La gente la
recuerda nostálgicamente (a la década del sesenta) porque últimamente habían
pasado muchas catástrofes, guerras y también la muerte de Kennedy.
Hay que innovar, señores.
Al fin y al cabo, añorar tiempos peores es un buen modo de hace florecer a ese
masoquista que todos llevamos dentro y que bien merece ser compartido con los
demás. (*) De ahí en adelante, mil opciones se extenderán ante nosotros, y
pronto veremos que cada vez será más fácil avanzar en este camino. Porque las
catástrofes abundan, y siempre tendremos una a mano para satisfacer nuestras
ganas de revivir tan hermosos momentos. Es lo lindo de la vida, ¿no?
(*) Además, eso de añorar
tiempos mejores lo hace cualquiera.