En las
músicas africanas se canta de una manera lamentable.
Los negros empiezan
a hacer canciones re tristes.
La pena, la pena, la
pena. Omnipresente y avasalladora, ella ha sabido dejar su huella en cuanta
música se cruce por su camino, y el jazz -sus raíces, sus semillas, sus
primeros brotes- no ha salido indemne de su encuentro. Y aquí estamos,
escuchando canciones re tristes mientras corregimos algún que otro examen que,
seguramente, será premiado con una nota lamentable.