La juventud termina
cuando empezás a trabajar y no te queda tiempo para ser joven.
Se tenía que decir, y se
dijo. Aunque duela. Porque las grandes verdades traen consigo una cantidad
enorme de problemas que no podemos esquivar. Como el caso de tener que elegir
algo en donde las opciones de “bueno, bonito y barato” sólo pueden tomarse
de a pares.
¿Y ahora? Ya sé, vamos al
psicólogo y al psiquiátrico, en ese orden. O podríamos armar una revolución de
esas propias de los jóvenes. Lo haría, en serio, pero ahora no tengo tiempo.
Hay mucho trabajo por hacer.