Hubo mucho
quilombo entre el pop y el rock, se peleaban y no se llevaban bien…
La convivencia no es
fácil, aunque al principio lo parezca. Que si tenemos muchas cosas en común,
que si compartimos secuencias de acordes y algunas cadencias, que si al final
hablamos de lo mismo, que si a los dos nos gustan casi las mismas cosas… Casi. Ahí está el primer problema: en el
casi. De ahí en adelante, todo es
cuesta abajo. Porque el primer casi
es esa pequeña bola de nieve que no hará más que crecer y arrasar con todo a su
paso, hasta terminar discutiendo sobre los imperativos morales –la autenticidad,
el venderse (o no), el traicionar al público (o no), y siguen las firmas- y,
cómo no, sobre el tema ultra recurrente de toda pelea que se precie de tal: el
dinero. Que si criticás mi éxito comercial, pero luego sacás provecho de mi
ranking y pantalla para invitarme a cantar una estrofa en un tema de tu disco
rockero. Y después, si te he visto, no me acuerdo. ¿Dónde estábamos? Ah, sip,
en la convivencia. Justo estaba pensando en los crossovers, los mash ups y
demás cruces de estilos. Pero mejor lo dejamos para otro momento.