El ragtime
es un “condimento” del jazz.
En la cocina de la música
no deben faltar las buenas especias, claro está, y el desafío pasa por
encontrar la medida exacta de cada una de ellas. No vaya a ser que nos pasemos
con el picante y el plato final resulte incomible. ¿Cuánto ragtime es necesario
para un buen plato de jazz? ¿Cuánta síncopa es suficiente, cuánto desenfreno
rítmico es aceptable para el oído (perdón, estómago) del oyente aficionado? Se
aceptan sugerencias.