domingo, 21 de enero de 2024

La sal no sala, y el azúcar no endulza

      


El ragtime es un “condimento” del jazz.

 

En la cocina de la música no deben faltar las buenas especias, claro está, y el desafío pasa por encontrar la medida exacta de cada una de ellas. No vaya a ser que nos pasemos con el picante y el plato final resulte incomible. ¿Cuánto ragtime es necesario para un buen plato de jazz? ¿Cuánta síncopa es suficiente, cuánto desenfreno rítmico es aceptable para el oído (perdón, estómago) del oyente aficionado? Se aceptan sugerencias.