Pop bueno,
gustoso
Sabroso como pocos, con
la cantidad justa de calorías, el pop se nos presenta como la panacea que
saciará nuestra necesidad de buena música. El riesgo, siempre presente, es el
de empalagarse y terminar luego con un pico de azúcar que nos obligue a ir a alguna
guardia de hospital, de madrugada. Más allá de eso, el pop no suele mentir: nos
promete algo rico –aunque no
necesariamente saludable-, nos promete algo que nos hará felices –nunca dice por cuánto tiempo-, y nos promete
una burbuja que nos protegerá de los males del mundo –aunque la letra chica del contrato no hable de los males generados por
el mismo pop-. El pop bueno, gustoso, se sirve en porciones grandes, para
compartir. Que cuantos más seamos, mejor. Buen provecho.