Underground:
aquellas bandas que eran más de pueblo.
La discriminación vuelve
a atacar al mundo del rock, a ese mundo que reniega de la ciudad y que, cada
tanto, amenaza con volver a las raíces, yéndose a vivir a una casa con diez
pinos, en medio de los campos verdes mientras disfruta de las mañanas campestres.
Pero la rebelión, por lo general, le dura poco. Así y todo, el estadio
intermedio del underground –las
bandas de pueblo, según parece- no
termina de definir si tiene que vivir agradecido y feliz de estar donde está o,
en cambio, sumar frustración tras frustración al no poder llegar a jugar en las
grandes ligas urbanas. Que es, al fin y al cabo, lo que queremos todos, ¿o no?