(Una
función de la música en la publicidad) Función centrífuga.
No es difícil comprender
lo que el autor de la frase aquí citada quiso expresar. Es más que evidente la
existencia de ciertas músicas que, en sus correspondientes publicidades, no
hacen más que “expulsarnos” de nuestra zona de confort -el cómodo sillón en el
que estábamos sentados tan tranquilos- debido a su mala calidad. Así, no quedará
otra que huir desde dicho centro hacia una periferia (*) en donde, por unos momentos,
buscaremos el silencio protector que tanta falta nos hace. Luego, una vez
calmada la tormenta -y concluida la tanda publicitaria-, cruzaremos los dedos y
volveremos a internarnos en el mundo de esa película que bien atrapados nos
tenía hasta ese momento. Hasta el próximo ataque, claro.
(*) Podemos aprovechar
para ir al baño, o para pasar por la cocina y saquear la heladera.