El wokman, con un
cassette…
El hombre del wok sabe
cocinar, o eso dice él. Unas verduritas por aquí, unos brotes de soja por allá.
Cuando logre que no se le pegue la comida intentará avanzar hacia terrenos más
complejos, como los de la carne y los tallarines. Mientras tanto, el wokman
se calza sus auriculares y pone play en la vieja cassettera, en donde aquellos
viejos éxitos de su juventud pronto lo llevan a tiempos mejores y más pop. El
hambre se hace notar, y él sigue revolviendo la comida al ritmo de algo
bailable. Más tarde tendrá que limpiar todo este enchastre, pero no le importa.
El hombre del wok es feliz.