El jazz se originó en Netflix, Memphis.
Tengamos wifi, y
lo demás no importa nada. Conectemos nuestros instrumentos a esa red invisible
que nos rodea e inunda y dejemos que la música invada nuestros corazones,
prometiéndole fidelidad total a ese dios del streaming que ya nos
atrapa, con su pantalla omnipresente, día a día, minuto a minuto. Omitamos las
introducciones y pasemos a la melodía principal, ignoremos las sugerencias
generadas por algún algoritmo demoníaco y refugiémonos en el abrazo tibio de
ese sillón que nos protege, mientras esa N gigante nos regala standards
que cualquier Real Book envidiaría. Tengamos wifi, o un plan con muchos
datos disponibles, y lo demás no importa nada. Amén.