Entonces
dejó mucha evidencia haciendo esto porque la canción era muy mala.
La escena del crimen nos
obliga a registrar todo de forma minuciosa, en la búsqueda de las evidencias
que nos permitan dar con el asesino, incluso en ocasiones tan extrañas como la
que aquí se nos presenta.
Suponemos, entonces, que
la baja calidad de la canción a la que aquí se hace referencia fue la razón por
la cual el infractor/delincuente no tomó los recaudos necesarios al momento de
abandonar la escena, dejando tras de sí un caudal de evidencia que, tarde o
temprano, lo llevaría a enfrentarse con la justicia. Es interesante observar
que, visto de este modo, la canción en sí -a pesar de ser tan criticada-
terminó transformándose en un elemento esencial que permitió descubrir la
verdad de las cosas -sean éstas las que sean-. Se hizo justicia.
Moraleja: las canciones malas
pueden, en ocasiones, ser buenas para algo.