Una
película carente de música puede resultar un poco insulsa y vacía (como mi
vida).
Lamentamos profundamente
que el alumno que aquí nos abre su corazón considere que su vida deja, digamos,
un poco que desear -apelamos aquí a los
mejores eufemismos, claro está-, pero, por otra parte, no podemos menos que
destacar cómo aquello estudiado en clase le ha permitido manifestarse sin
temores ni vergüenza. Bien ahí.
PD: como terapia, quizás
le convendría ver alguna película -un “musical”, obviamente- de esas que yo
odio tanto, y en las que cantan hasta cuando estornudan o te preguntan qué hora
es.