(Cine -
Música no diegética) La música proviene de un lugar mítico desconocido.
Uno puede dejar de creer
en Papá Noel o en el ratón Pérez, pero jamás lo convencerán de que la música
que surge por entre la niebla de aquella entrañable escena que siempre lo hace
llorar no es enviada por los mismos dioses para conmoverlo. ¿Músicos de carne y
hueso tocando y grabando algo que luego es editado, cortado y superpuesto a una
imagen filmada quién sabe cuántas veces? Jamás. Porque todos sabemos –usted
también, querido lector-, que la música de las películas surge desde lo
profundo de nuestros corazones, de los deseos no confesados y del interior de
las leyendas contadas una y mil veces. En fin, hágase la boca a un lado a
aquellos mercaderes del infierno que quieren desacralizar lo bello del arte
sonoro en un medio tan atrapante y emotivo como el del cine. Porque, como dijo
el nunca bien ponderado Fox Mulder, I
want to believe.