sábado, 20 de enero de 2024

Baladas

Baladas romanticosas.

 

¿Quién de nosotros no guarda en su corazón alguna que otra balada romanticosa (*) que, inevitablemente, nos recuerda épocas y momentos entrañables? Las mismas suelen ser pegadizas, repetitivas e incluso un poco almibaradas, pero siempre cumplen su cometido: emocionarnos, para pronto hartarnos y así obligarnos a ir a buscar un poco de rock pesado con el que despegarnos toda la miel acumulada. Hasta la próxima vez, claro; porque si hay algo que las baladas romanticosas no aprenden es eso de que no se debe volver al lugar en donde se fue feliz. Y el ciclo se repite hasta el infinito, como un estribillo monótono que terminamos tarareando sin querer, mientras esperamos que cambie el viento y nos traiga alguna melodía nueva que quizás también recorra ese camino de ida que la transformará, Dios no lo quiera, en otra balada romanticosa de la que ya nos quejaremos en el momento oportuno.

 

(*) “Romanticosa”: probable contracción latina de “cosa romántica” (¿res romanticus, quizás?).