viernes, 19 de enero de 2024

Tautologías y redundancias #1

 

En esta época de rebeldía los jóvenes se rebelan (…), empezaron a trabajar en diversos trabajos.

En el Romanticismo predominó la música romántica, en el Clasicismo la música clásica.

Los hippies eran los seguidores del movimiento hippie.

El denominado “mayo francés” fue un proceso que sucedió entre mayo y junio.

 

Las redundancias y las tautologías pertenecen a la imprescindible categoría de “recursos textuales para extender una respuesta y dar a entender que estudiamos algo”. Aunque no siempre funciona, claro está.

Una buena redundancia -e incluso una mejor tautología explicada con ejemplos autorreferenciales- puede regalarnos cinco o seis renglones de desarrollo (hablamos de casi un tercio de carilla), cuando no diez. De ahí en adelante, sólo habrá que ejercitar un poco la generación automática de sinónimos y analogías que nos permitan continuar girando un tiempo más en una espiral que esconde en su centro el rostro serio de la única verdad que nos ha llevado a esta situación: no sabemos nada de lo que estamos hablando.

Que todo este proceso concluya positivamente (o no) dependerá exclusivamente del docente y de su capacidad de dejar pasar (o no) (*) cada una de las aberraciones literarias que se presentan frente a sus ojos. El cansancio influye, aunque a veces juega a imaginar un mundo en el que todos los sustantivos han sido reducidos a “cosa”, “coso” y “cosito”, y en donde las correcciones se ven agilizadas mágicamente.

No estamos tan lejos, suspira, mientras otra cruz de tinta negra ataca a un nuevo párrafo que, una vez más, intenta disfrazar con retórica la vieja máxima socrática: sólo sé que no sé nada.

 

(*) Valga la redundancia.