La música
de fondo es para rellenar el silencio.
Hay
algo místico en todo esto, quizás incluso filosófico. ¿Será que no soportamos
el silencio? ¿Será que nos aterra escuchar nuestros propios pensamientos y por
eso decidimos ahogar sus ecos bajo el rumor constante de una música a la que,
indefectiblemente, no le prestaremos demasiada atención? ¿Qué pasará cuando el
silencio se llene por completo? ¿Seremos expulsados de un infierno para caer en
otro? ¿Existen compositores encargados de crear música exclusiva para rellenar
el silencio? Como dijo alguna vez Elena Alegría: ¿Alguien, por favor, quiere pensar en los niños?
(Nota:
Esta reflexión es válida también para la frase: el relleno que (la música) le da al espacio vacío, así como para (la función de la música en el cine) es la
de “rellenar” el fondo.)