Música
ligera: música rápida.
La música ligera siempre
ha sido víctima de todo tipo de difamaciones (*), así como también de diversas
simplificaciones que le han hecho perder el respeto que merecidamente se había
ganado. De acuerdo a esta nueva definición que aquí presentamos, quizás todo se
reduzca a una cuestión de tempo, lo
cual nos obligaría a replantearnos las razones por las que se establecen las
distintas categorías musicales, volviendo todo más sencillo y práctico. (**)
De acuerdo a esto, la música clásica tal vez pase a llamarse música lenta, aunque es interesante
preguntarnos dónde quedarían ubicadas las obras que hacen del virtuosismo
instrumental algo medular -El vuelo del
moscardón es un ejemplo obvio, así como también algún que otro Capriccio de Paganini-. ¿Y qué sucederá entonces
con los himnos populares “lentos”, tales como Yesterday o, mas acá, Muchacha
ojos de papel? Evidentemente, la confusión entre conceptos no hará más que
crecer, por lo que recomendamos volver al caos habitual -la costumbre
prevalece, ¿vio?-, y dejar para más adelante todo intento de reescritura de las
sabias leyes que hasta este momento nos han gobernado. Hasta que algún otro
sabio logre dar con la clave que solucionará todos nuestros problemas. Aunque
para eso probablemente falte un rato. O dos.
(*) Para más datos, ver
la nota “Deterioro”.
(**) Algo análogo a esto
también puede observarse en la nota “Ockham”.