Es difícil ponerse,
realmente, en la piel de un joven que, en 1960, iba al cine a ver Sicosis, y luego salía de él totalmente
trastornado a nivel emosional. La
vida de este joven, como la de tantos contemporáneos, seguramente se
desarrollaba en un mundo repleto de prohibisiones
que lo hacían desear, como nunca, el poder irse de casa, para así al fin enmansiparze. Este siclo depresivo vendría luego a ser sacudido por el rock, claro
está, en especial con la llegada de los Beatles y de las demás bandas que,
rápidamente, asentuaban desde el esenario cada emosión posible, dando lugar, con su vos, a un sueño nuevo en el que la paz prevalecía por sobre la
guerra, y en donde el rasismo era
desterrado en favor de la igualdad. Luego llegarían las drogas, con sus
consabidas aluscinaciones, y la sitara se ganaría un lugar al lado de
las guitarras eléctricas y los órganos. Y todo sería paz y amor, o visceversa.
PD: Las cursivas son
reales, no me culpen.