…porque en
primera estancia…
Las relaciones entre el
rock y los terratenientes nunca han sido analizadas en profundidad. Quizás por
ser un estilo netamente urbano -a pesar de sus continuas referencias a escaparse
del mundanal ruido (*)-, los puntos de contacto con el campo han quedado
circunscriptos a pequeños guetos que continuamente han recibido críticas de
todo tipo, donde el caso hippie tal
vez sea el más conocido. (**) Por otro lado, el poder de los estancieros se nos
va revelando de a poco en esta frase, filtrada -probablemente por descuido- en
un examen sobre el origen del rock estadounidense, que pone en evidencia cómo
el sector rural y sus intereses han logrado pasar desapercibidos, al tiempo que
siguen lucrando con todo aquello que se cruce en su camino. Algún día tendremos
que hablar del Elvis estanciero y de su tendencia a la monopolización de los
terrenos del rock. Pero eso será en otro momento.
(*) Casi podríamos decir
que nuestro rock nacional se inaugura cuando alguien pone en palabras la idea
de “construir una balsa” e “irse a naufragar”.
(**) Así vemos que los
hits del tipo Mañana campestre (Arco
Iris), o Campos verdes (Almendra) son
escasos y esporádicos.